Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo,
Isaías: 41:8
Los creyentes a menudo tenemos que batallar con nuestra propia naturaleza. Es en esos momentos en donde la confusión y angustia vienen a nosotros, ¿Para qué vivimos? ¿Qué es lo que debemos hacer con nuestra vida?
A Israel, el profeta Isaías traía un mensaje esperanzador para reforzarles quienes ellos eran y su misión en la tierra.
Respondiendo preguntas
Isaías 41:8 "Pero tú, Israel, siervo mío eres, tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.
En este texto podemos descubrir algunas respuestas quienes son:
El ser siervo de alguien implica pertenencia y función. ellos habían sido adquiridos por Dios por tanto no estaban errantes por la vida sin nadie que se preocupase de ellos sino tenían un dueño. El tener dueño les llevaba a no hacer lo que quisieran porque eran sus siervos y en función de eso debían vivir. Pero además este versículo nos habla que Dios los escogió y que eran descendencia de abraham. Que hermoso debió ser para ellos recordar que son parte del plan y las promesas de Dios. Comprobando así la soberanía y fidelidad del Señor.
Siervos, escogidos y parte de la promesa de Dios.
La iglesia de Cristo goza este mismo estatus. Tú y Yo somos parte de la promesa a Abraham que por su fe serían benditas todas las naciones, Dios nos escogió para ser sus siervos y así la gloria de su nombre sea conocida por nuestro medio.
Por tanto, escogidos para ser sus siervos es un buen rótulo que podemos llevar hoy y además una gran consigna para definir nuestra vida ¿Puedes identificar si ese propósito se está cumpliendo en tí?, ¿Realmente estás respondiendo a su fidelidad en tí?.
Amados, fuimos elegidos para servirle para su gloria, cualquier otra cosa que estés haciendo con tu vida está fuera de su voluntad. No te confundas.
Buen día y haz lo que tengas que hacer.
bendiciones.